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En la obra gráfica de Sandra Ramos la isla de Cuba emerge como punto de encuentros y desencuentros, como encrucijada de caminos en donde se entreteje la historia y el destino personal. En la Cuba de Ramos rige "la maldita circunstancia del agua por todas partes", el agua que aísla y encierra pero irónicamente trae consigo la posibilidad del viaje y con éste la pérdida de amigos, familiares, memoria.

En los grabados, la tierra cubana se conjuga con el cuerpo de la pintora. "En los montes... monte soy" escribe Sandra Ramos. Su cuerpo se integra al paisaje, se vuelve montaña, y se expande hasta abarcar el territorio íntegro de la isla en una metamorfosis que la desnuda y la deja a merced del destino cubano: las palmeras marcadas por los colores y emblemas nacionales, se transforman en proyectiles que se clava como estacas en el cuerpo - isla. Brazos y piernas buscan un punto del cual aferrarse para no perderse en el eterno flujo de las aguas.

El agua emerge como símbolo del aislamiento, del viaje, y del exilio. Agua que separa a la nación y al artista de resto del mundo. Agua que incrementa la distancia entre los que ya se han ido. "Cuando todos se han ido, llega la soledad", y vemos un paisaje dividido por una valla: de un lado el autorretrato de la pintora- collage de fotocopia que comenta sobre el proceso de reproducción artística- y del otro el avión que se va. Wendy, Alejandro, Maribel- nombres de amigos que se han alejado con el viaje. La bandera cubana da forma a las alas con que una amiga emprendió el vuelo... de otros amigos sólo perdura la memoria y las imágenes enviadas en las cartas o la visión de un mundo europeo y lejano.

Con la partida, " comunicarnos se hace cada día más difícil" y surge un desgarramiento que parte a la artista y la deja viviendo entre dos mundos. " Quizás hasta deba partirme en dos", nos dice y nos muestra una composición dividida en los planos, con el autorretrato al centro que participa de las dos realidades: En una, la incógnita, la luz, imágenes de tierras distantes... lágrimas. En otra, el mundo conocido de la isla oscura y poblada, con un juego de rayuela marcando el destino. Al centro, el corazón penetrado por una flecha.

El viaje se refiere también al proceso de creación artística, " Mi diaria vocación de suicida ", como analiza Sandra en " Con mi cruz a cuestas ", el grabado que le da título a la muestra. Aquí se encuentran los elementos que recurren en la obra plástica de Sandra Ramos. El dolor, los símbolos nacionales, el cuerpo y la isla que son uno y no pueden ser separados. Cuba, entrañada en lo más profundo de la persona, unida por un cordón umbilical al corazón mismo del artista. Y ese querer librarse, querer soltarse, querer sacarse a Cuba de las entrañas, contienda interminable e imposible que se transforma en la cruz que hay que cargar a cuestas.

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