Sandra Ramos es, junto a Belkis Ayón, Abel Barroso e Ibrahím Miranda, entre otros, protagonista del viraje que sufrió el grabado en la década del noventa. Es un fenómeno conocido como “vindicación del grabado cubano”. Pero Sandra no se quedó únicamente en esta manifestación: ella produce, además, instalaciones, vídeos, pinturas, collages, etcétera, etcétera. En todas estas incursiones ella está poseída por una preocupación que reside en las migraciones (físicas y mentales) y su enlace con la memoria, la pérdida y el desarraigo.
Si se escribe sobre el tema del éxodo, sin dudas, su nombre tiene que aparecer; y si se habla del tema de la identidad o de nuestra “maldita circunstancia del agua por todas partes” asociada a la muerte y a hondos problemas existenciales (como la ausencia, el aislamiento y la levedad) su nombre tiene que ser el primero en mencionarse. Es así que su obra puede catalogarse como una suerte de Apocalipsis insular que -esto es difícil de lograr- no es localista. La poesía ocupa un lugar preferencial en toda su obra y este dato ayuda a configurar una obra de naturaleza universal.
Sandra es autora de grabados convertidos hace rato en clásicos: La maldita circunstancia..., La balsa; y, en mi opinión, de otro clásico de la vídeo-creación: Malecón. Del 2015 hasta aquí ella se ha enfocado en producir libros-objetos que, sospecho, tendrán su Partenón también. Siendo así no es extraño que la profesora norteamericana Linda S. Howe, quien ha jugado un papel primordial en la promoción de los libros de Ediciones Vigía y de la cultura en general, haya invitado a Sandra para diseñar un libro basado en poemas de Gastón Baquero, escogidos y traducidos al inglés por la Dr. Howe. El equipo de trabajo de Vigía se encargaría de la producción y de añadirle algunos elementos que enriquecieron la propuesta original, haciendo que el libro fuera más objetual y cálido. El título propuesto por Linda fue A orillas del río invisible, paráfrasis basada en unos versos que recogen con precisa puntería el espíritu de uno de los poemas en específico -“El río”- y de todos en general: “(...) Because silence is the language of our tribe/and we were not about to lose the invisible river Banks/where we were rulers of the world and masters of mystery.”
Podemos dar fe de ello quienes asistimos a la presentación en el espacio de arte Seis-Seis. Puedo parecer enfática pero no pudo haber más coherencia. No es descabellado pedir a Sandra que diseñe un libro-objeto y mucho menos un libro basado en poemas de un poeta como Gastón Baquero. Ella, que en el 2009, realizó una instalación titulada Poemas invisibles basada precisamente en versos de ese clásico de la letras cubanas nacido en la Banes lejana. Si ese libro-objeto es un original múltiple de edición limitada el encargo es más orgánico aún, pues la lógica de este tipo de impresiones es algo q ella domina a la perfección. Agustina Ponce, directora de la editorial que más años lleva en el mundo realizando este tipo de libros, afirmó que se trata de la primera vez en que Vigía produce un libro de artista con todo el peso de la expresión, pues lo usual ha sido que los editores matanceros propongan textos e inviten a algún que otro artista a ilustrar los mismos, sin que tengan mayor responsabilidad en la arquitectura del libro en su totalidad. Si no lo sabíamos (y es seguro que no), estábamos asistiendo a algo así como a un momento histórico de las vidas de todos los implicados en ese proceso editorial muy pegado al arte y su autonomía.
Sandra ya ha producido varios libros, bellos libros donde el espejo y los textos de poetas han estado presentes. The Urban Zoo, Cielos y Searching Ithaka son los títulos de los libros que ha estado produciendo últimamente, plenos de referencias culturales y literarias. Se trata de obras de naturaleza filosófica, libros de aura esencialista y hasta misteriosa. Fragmentos de Kavafis, Poe, Kafka…, y fragmentos de una u otra obra musical, son componentes de estas sumas visuales que precedieron a esta nueva entrega. Libros marcadamente existenciales que preguntan por la vida, el tiempo y la sobrevida.
LISA HOWE y SANDRA RAMOS durante el lanzamiento del libro.
Pero es Chronos el libro que posee un link directo con A orillas del río invisible. Ambos fueron creados a partir del reloj de arena como eje visual y conceptual que puede (si es que puede) representar el Tiempo, hurgando en sus extensiones finitas con el ánimo de dar con algo que explique lo que ha constituido el enigma estrella desde que el hombre es hombre. A orillas del río…continúa la cuerda de sus obras anteriores y se hermana con los versos de Baquero. Ella –que es también Alicia- no puede faltar, así como esos territorios acuosos y desdibujados que aluden a algo incierto, llenos de imágenes yuxtapuestas, medio esquizofrénicas, como si únicamente el estado de locura fuera lo eterno.
Ir tras un misterio irresoluble (si es un misterio que se precie siempre lo será). Ese ha sido su camino, claro para mí en su vídeo-instalación Los ojos de Dios. Quiero ver en este libro algo de esa pieza y aquella idea existencialista del “ser para la muerte” como algo natural y necesario. De ahí esa visualidad de desgaste tan presente en sus dibujos, ese juego sutil de luces y sombras y un amago consciente de comienzo y fin.
Todas las obras mencionadas y el muy elegante diseño –ilustraciones incluidas- de este volumen nos hablan de la ingravidez como sino y del limbo como lugar; de la desidentidad o dualidad o triplicidad de un yo dinamitado que no transita: más bien salta de un fragmento a otro.